20 jun 2011

Libres pensadores, libres


LQSomos. Zerimar Ilosit. Junio de 2011.

Ser ateo es no estar callado, de palabra o por escrito. Desde los más remotos tiempos observamos que el hombre es un producto casual en la constante evolución natural, demostrando en un primer plano que la muerte, las enfermedades son simplemente las imperfecciones de la Naturaleza. Estas ya existían mucho antes de que apareciera el hombre, por lo que no ha podido ser a consecuencias de un tal denominado “pecado original”, por lo que el hombre vendría posible o imaginativamente saber que el efecto no puede existir antes de la causa.


Negamos también rotundamente la machacona existencia de un ser superior y absoluto, perfecto o ente no visible denominado dios. Resulta que la muerte y todas las otras desgracias, siendo éstas imperfectas, no podrían, metafísicamente razonando proceder de un ser todo poderoso. Igualmente tampoco el hombre procede de ese súper ser, pues él solo apareció posteriormente cuando el hombre estaba recorriendo la faz terrestre en busca de respuestas, las mismas que aún no las ha encontrado en la totalidad, pero sí algunos otros hombres.

Así pues debemos cuestionar sobre los males que asolan y han asolado el mundo y por tal motivo habitan en el mismo y en muchos hombres tan malos, mezquinos y egoístas que podemos corroborar el refrán de que “el hombre es un lobo para el hombre”.

Objetivamente una de las cuestiones que algunos hombres, por no decir la mayoría, nos cuestionan es que ellos al saber que somos libres pensadores y ateos, es el ¿por qué? ¿Por qué el rebelarse contra dios? ¿Por qué decirle al mundo que no creemos en dios? ¿Por qué el escribir y divulgar públicamente una discusión que aún en muchos aspectos y países es tabú? ¿Por qué perder tiempo y esfuerzos en una cruzada contra la religión?

Simplemente porque es necesario. Primeramente decir que de la misma manera que el creyente tiene libertad de expresión e de ir diciendo, escribiendo, manifestándose en prensa, radio y TV, nosotros al igual que ellos nos amparan la Constitución del país (el que ya la tenga) y aún los Derechos Humanos de Naciones Unidas. Así pues, con esas mismas leyes podemos expresarnos de que el mundo no fue creado en 6 días, de que no hubo ningún diluvio universal porque unos hombres estuviesen “pecando”, no fue posible que el personaje bíblico Josué parase el Sol para así poder continuar su batalla asesinando inocentes. O que la Tierra no es plana ni es el centro del Universo, etc.

Pero resulta que los ateos siempre han sido minoritarios por el simple hecho de que han tenido miedo a exponerse. Aún hoy día no es fácil para los que no creemos en ningún dios ir por ahí a cara descubierta y manifestar sus opiniones como el ciudadano creyente.

Para los no creyentes en dioses es tan natural como el no conseguir respirar bajo el agua. Es por eso que nosotros los “herejes” de aún en estos tiempos, hemos estado desconectados e asolados, ocupados con nuestras vidas y sin poder explicar a las otras personas que dioses, santos, vírgenes, etc., no existen. Y eso sin tener intenciones de catequizar a nadie, solamente siguiendo los principios de la razón como homo sapiens, es decir, existo, luego pienso. Eso nos ha llevado a ser una minoría social.

Hay un dicho popular: “el pueblo unido jamás será vencido” y por eso es que el ateísmo ha sufrido muchas derrotas en el pasado y aún en la actualidad por no haber podido estar en un solo conjunto. Por otro lado los creyentes deístas, teístas, politeístas, etc., han continuado esparciendo sus credos y mitologías por todo el planeta. Uno de los mandamientos de todas las religiones que tienen en común es precisamente la unión y sobre eso ellos saben lo que hacen, a pesar que en muchísimos momentos de la historia se han tirado y continúan tirándose  los tratos a la cabeza hasta llegar a las guerras santas como aún se está viendo.

No nos podemos dar el lujo de continuar perdiendo terreno, ya no solo por una cuestión de buen sentido, pero sobretodo por una auténtica cuestión de evolución. Estamos en pleno siglo XXI, vivimos en un planeta donde aún personas matan por creer en seres imaginarios; donde billones de €, $, £ y otras monedas menos populares y valorizadas son desviadas para cultos, creencias, enriquecimientos de cleros etc., donde se subyugan, torturan y culpabilizan a seres humanos. Donde se impiden los estudios y el combate a enfermedades con las disculpas de los dogmas y pecados; donde seres humanos esclavizan a sus semejantes en nombre de entidades mitológicas. Los que crean que eso es normal posiblemente estén necesitando de ayuda psicológica.

Sabemos que no les gusta admitirlo, pero ante el escenario mundial el ateo que se calla termina siendo permisivo, que cierra los ojos a la realidad. El ateo que no se manifiesta, por lo menos dentro de las posibilidades, que no tente contribuir para una mudanza y el progreso de la humanidad se podría considerar cómplice de estas aberraciones que padecen el mundo por culpa de las religiones, por lo menos en los países que haya democracia.

Por lo tanto, el ateo tiene que ser alguien enérgico y con voz; con un nivel superior de conciencia, entonces será alguien que contribuya para alcanzar esas mudanzas que desde hace siglos se están necesitando, y resulta que para mudar las cosas y evolucionar no se pude estar callado, por lo menos, el escribir como muchos hacemos.