LQSomos. Vicent Boix*. Mayo de 2011.
Nadie pone en duda que en estas últimas elecciones el PP avanzó en muchos territorios y obtuvo unos excelentes resultados. Nadie pone en duda que el PSOE ha pagado el haber transferido a las clases populares la crisis que germinó desde la banca y desde los grandes intereses económicos. Pero ahora bien, la euforia de la derecha está siendo tan desproporcionada como artificial. Sí, se han impuesto a su partido gemelo, el PSOE, pero en las urnas no han podido con la indignación y ahora, con ese triunfalismo premeditado y exacerbado, pretenden menospreciar y enterrar la incidencia política surgida en decenas de acampadas diseminadas por todo el mundo, a la vez que se auto erigen como la única opción para sacar al país de una crisis que ayudaron a forjar.
Por este motivo en las acampadas de los indignados e indignadas se coincidía en un punto: ir a votar pero no hacerlo por los dos grandes. A partir de ahí el discurso fue difuso. Algunos abogaban por los partidos pequeños y otros por votar en blanco o nulo, aunque, insisto, la consigna clara e inequívoca fue que ni PSOE ni PP.
Vistos los resultados de las municipales a nivel estatal, el PSOE perdió 1,5 millones de votos respecto a 2007, de los cuales casi 600.000 los conquistó el PP. A pesar de la potente maquinaria electoral y mediática de los populares, casi un millón de votos no se filtraron de Guatemala a guatepeor. Juntos sumaron el 71% de los sufragios en 2007 y el 22-M descendieron al 65%, lo que significó el fin de una tendencia alcista del bipartidismo que estaba anclada en las elecciones municipales desde los años 80.
La abstención siguió siendo la opción elegida por el mayor número de personas. Los votos nulos y blancos, sumados alcanzaron casi el millón situándose como cuarta “fuerza política”. Este ascenso, traspapelado en los medios y olvidado por vencedores y vencidos, fue de casi 300.000 votos respecto a 2007, sin mítines ni carteles, sin espacio para apologías en las aburridas tertulias televisivas.
Izquierda Unida, con todas sus limitaciones y sin presentarse en muchos municipios, creció en 200.000 votos mientras UPyD superó los 465.000. CIU y PNV anexaron más electores que en 2007 y las fuerzas nacionalistas de izquierda tuvieron suerte desigual. El Bloque Galego, Nafarroa Bai y Esquerra bajaron, pero creció Compromís en el País Valenciano y Bildu protagonizó el incremento más espectacular de la noche, al sumar casi 200.000 votos más que en 2007. En Euskadi se consagró como la segunda fuerza en electores y la primera en concejales, y simplemente por este hecho, las sonrisas y los vítores de la calle Génova ya se fingieron más que menos.
El PP a nivel autonómico perdió gancho en Navarra y Asturias por las escisiones. Comparado con 2007 cedió un puñado de votos en Castilla León. En las comunidades de Madrid y Valencia también redujo sus electores pero creció en diputados, en la primera por el incremento de los parlamentarios a repartir y en la segunda por una de esas paradojas a la que nos tiene acostumbrados la ley D’Hondt. En La Rioja, con un aumento de 1.300 votos el PP logró tres diputados más, mientras IU y UPyD no ganaron nada, por esa patada en la entrepierna de la democracia que supone perder el derecho a representación al no alcanzar el 5% de los votos. En Cantabria, que IU no obtuviera dicho listón le dio la mayoría absoluta al PP. Por el contrario, es muy obvio que en Aragón, Castilla la Mancha, Extremadura y Canarias la derecha sí logró avances espectaculares.
Las peculiaridades de las leyes electorales en Asturias, Baleares y Murcia merecen comentarse al ser comunidades uniprovinciales que tienen más de una circunscripción. La única explicación de esta división no es otra que la de eliminar las opciones de los partidos pequeños. Asturias está fraccionada en tres circunscripciones y si existiera una como en Madrid, La Rioja o Cantabria, IU hubiera sumado un escaño más y UPyD otro sin listón electoral. Baleares no se queda a la zaga. La división de la provincia en cuatro circunscripciones ha originado un hecho que desafía la lógica elemental: con el 46,37% de los votos el PP sobrepasa la mayoría absoluta en cinco diputados, cuando en 2007, con un 46,02% de los sufragios obtuvo siete diputados menos. En Murcia la situación es de “república bananera”. El hecho de que el circuito electoral esté seccionado en cinco circunscripciones deriva en situaciones escandalosas y dantescas, como que IU con 50.000 votos lograra un diputado el pasado 22-M, el PSOE con 150.000 obtuviera ¡11! y el PP con 382.000 consiguiera ¡¡33!! Canarias también dispone de una división en siete circunscripciones que propicia verdaderas injusticias y por eso me pregunto ¿Será cierto que esto es democracia y no lo de Sol?
Tras unos muy buenos resultados -inflados, maquillados y en algunos casos manipulados por sistemas electorales más propios de la Springfield de Hommer Simpson- el PP ofusca ciertas manchas que aparecieron durante esa noche porque se pueden relacionar con la indignación que colma las calles durante estos días. El principal ya se dijo antes: dos tercios de los votos de los cabreados por un partido socialista arrodillado ante la banca, fluyó hacia los partidos pequeños y hacia el voto en blanco y nulo. Pero hay casos más sorprendentes como el acaecido en la ciudad donde la “Spanish Revolution” es más vigorosa: Madrid. Ahí el PP perdió tres concejales, 120.000 votos y un 3,7% de porcentaje sobre el censo, comparado con datos de las municipales de 2007. La pinza bipartidista sumó entonces el 86% de los votos madrileños y ahora adelgazaron hasta el 74%, mientras progresaron los partidos minoritarios, los votos en blanco, los nulos y la participación.
Respecto a una encuesta publicada por El País el 15 de mayo,[1] el PP retrocedió un 3% en votos y un concejal en las elecciones de una semana después, el PSOE perdió un 7% y tres regidores, mientras IU creció un 2,6% en electores y dos ediles, y UPyD un 2,8% y también dos representantes. El descenso de Guatemala y guatepeor, y el incremento de IU y UPyD en Madrid ciudad, también se observan si se cotejan los resultados oficiales del 22-M con la encuesta de Vocento del 16 de mayo,[2] con la del CIS del 6 de mayo,[3] con la de Público y La Razón del 2 de mayo[4] y con la de El Mundo del 30 de abril.[5]
En resumen, nadie pone en tela de juicio que Rajoy, Sáenz de Santa María, Aguirre, etc. tengan motivos para celebrar. Pero de ahí al orgasmo colectivo hay un trecho. Lógicamente toca chillar y armar bulla porque todo vale para obtener rédito electoral. Vociferar estridentemente por un adelanto de las elecciones… pero de las generales; no de las autonómicas en Euskadi donde el pacto contra natura del bipartidismo aristocrático ha quedado en ridículo ante un nacionalismo vasco que los duplica en votos. Ahí la vara de medir ya no es la misma.
Por su parte el PSOE ha ejercido de kamikaze del capital. Por éste se ha autoinmolado y ha sacrificado su identidad, su credibilidad, sus principios, su decencia, la confianza de sus electores, el puño y hasta la rosa. Y no es cuestión de si ZP, Rubalcaba, Chacón o Bob Esponja. El problema es ideológico y estructural, el problema es el aparato del partido, el problema es el aburguesamiento de su dirigencia y la pérdida mezquina de valores, el problema es decir que viene la derecha cuando ellos son la derecha.
Hoy el PSOE es una ficha lánguida y obsoleta que vivió y murió de rodillas en el tablero de ajedrez. Toca cambiarla. Que la otra ficha, la de las gaviotas, perpetúe el status quo, el saqueo y la desigualdad. Porque el monólogo debe prevalecer. Por eso los resultados obtenidos se están exagerando, agrandando y estirando. Les han puesto un lacito, pintalabios, el trajecito de verano de la Barbie y los pasean en descapotable. Todo para presentarse como la única opción de cara al futuro. Para socavar y borrar una alternativa de cambio popular, un movimiento social extraordinario que en dos semanas y sin los medios económicos que sí tienen los gigantes partitocráticos, ilusiona a mucha gente, la está organizando, movilizando y tejiendo propuestas más justas. Una fuerza que molesta, que agita, que sueña, que construye y que ya ha demostrado su fuerza en calles y urnas, le pese a quién le pese.