LQSomos. Ángela escarpa Sanz. Octubre de 2011.
Es demasiado frecuente encontrar en los medios alternativos calificativos muy poco gratos para lo español. Yo, como tal, me voy a defender de un comentario que me llega a través de Kaos en la red, a propósito de un comentario mío allí*.
El autor del comentario a mi comentario recurre a don Antonio Machado para, tras transcribir unos versos de su excelente A orillas del Duero, denunciar a la…”Castilla miserable, ayer dominadora”
En primer lugar, y si no me equivoco, el poema que él cita es anterior al que cito yo, por lo que nunca podrán ser entendidas las palabras del poeta como una autocorrección.
Más allá de la poesía y de la figura del poeta amado, me gustaría decir aquí que, los españoles, los –castellanos-, sufrieron por igual la devastación de las aventuras de conquista de los Reyes Católicos -los que les precedieron y los que heredaron aquella corona-, las consecuencias de las aventuras imperiales, las guerras de conquista y el mantenimiento de las guerras, que cualquiera otra región de España. Que castellanos fueron Padilla, Juan Bravo y Maldonado, aquellos que sufrieron el rigor de la decapitación por rebelarse contra Carlos V, con las guerras de las Comunidades, en Villalar, en 1521.
Castellanos también, así como de cualquiera otra comunidad, los que murieron en el desastre de Annual, en Melilla, 1921; castellanos en Filipinas; los que embarcaban en los puertos para las colonias de Cuba y allí donde tuvieron a bien alzar su pabellón los Austrias o los Borbones; los que combatieron en el Sáhara Occidental a mediados del pasado siglo y esos pobres diablos que, seducidos por la buena soldada, ven acabados sus días en cualquier celada en Afganistán.
Ya está bien de pasarnos a los españoles –castellanos- un sentimiento de culpa en unos procesos históricos en los que, como el resto de los pueblos de España, no fuimos ni más ni menos que corderos en fila hacia el matadero, manchegos, ilicitanos y maragatos.
Desconozco la “nacionalidad” del señor que responde a mis palabras pero me permito preguntarle que, si de Castilla salieron los mercenarios y los caudillos para aquella devastadora guerra de conquista de América, así como para la no menos devastadora conquista de Canarias, ¿de qué regiones de España eran los generales rebeldes que contribuyeron a los bombardeos de Guernica, Málaga, Madrid, Barcelona, Irún, Lérida, Belchite, Brunete, Guadalajara…Gallego y bien gallego fue el criminal que puso cerco a las ciudades, con acero y con crueles cabileños; no era castellano, si no de familia carlista, el general que se rebeló en Pamplona; vascos eran los que conformaron las unidades de requetés que se incorporaron al “Glorioso Ejército Español” en camino hacia la Capital de la República; de Vitoria el general Fanjul, de Cartagena el general Cabanellas; tampoco era castellano el no menos franquista general Goded, quién, tras participar en la sanjurjada de agosto de 1932, se rebeló en Barcelona contra la República.
A mí, por el contrario, me resulta especialmente revelador, cuando no emocionante, comprobar que, como en el poema de Miguel Hernández, fueron vascos también, gallegos, extremeños de Badajoz y de Cáceres, andaluces de Sevilla y de Córdoba, Madrileños de Vallecas y de la Guindalera; valencianos de la huerta, aragoneses de Teruel, unidos a los Internacionales que vinieron desde todas las latitudes de la Tierra, los que, a partir del mismo 18 de julio hasta la caída de Madrid, como un solo pueblo, defendieron un mismo y solidario sueño. Madrileños, levantinos, gallegos y de Segovia los que combatieron en Francia, Leningrado, en Alemania, en los frentes soviéticos -por la libertad, que no en la 250 División- en Noruega, en África, durante la IIª Guerra Mundial.
Tanto como afirmar que todos los andaluces son unos vagos, todos los vascos terroristas, todos los rumanos ladrones y todas las mujeres unas zorras; me parece de simples seguir afirmando, más de un siglo después, que de todos los males de nuestra patria tiene culpa Madrid, Castilla o como quiera decirse; como si no hubiese habido nunca unos estatutos de autonomía. Lo más curioso de todo esto es que, con autogobierno y todo, en Galicia siga gobernando el partido del Sr. Fraga; así como en Valencia, en Extremadura, Andalucía, Aragón, Islas Baleares, Cantabria, Castilla La Mancha, Cataluña, Murcia, Navarra, Rioja, País Vasco, Ceuta, Melilla, Castilla León, a más de en 35 de los 50 ayuntamientos… y con mayoría, en el Senado. No fuera malo preguntarle al parado andaluz que se enfrenta a los de azul: ¿a qué saben las hostias del Sr. Arenas, compañero? ¿Para eso tantas manis, tantas carreras y tanto palo…para votar ahora a los que en el pasado fusilaron en la carretera de Carmona a Blas Infante?
Si España necesita que le cambien el ADN, echen un vistazo al otro lado de los Pirineos, al otro lado del Estrecho, y luego hablamos del País y del paisanaje.
Seguro que muchos de los que visitan esa Web no coincidirán conmigo pero, hace 75 años, varios millones de españoles confiaron sus votos a una candidatura que iba a profundizar en la transformación real del País; luego los militares fascistas dieron al traste con las esperanzas de todos estos pueblos. En homenaje a todos aquellos que soñaron con un proyecto de armónica convivencia entre los pueblos de la Península Ibérica, incluidas sus islas, sigo esperando que un día más o menos cercano los trabajadores y trabajadoras de esa realidad histórica rompan el actual estatus para pensar y actuar por sí mismos. Salud