LQSomos. Zerimar Ilosit. Septiembre de 2011.
Por supuesto, la historia religiosa que dio orígenes al cristiano y ésta procedente del judaísmo. Por eso lo vamos hacer en plan humorístico en lo posible dejando la “seriedad” de que Dios es una fantasía (pues no es visible) y una divinidad, pero con muy mala leche. Al mismo tiempo convidar a los creyentes a que lo entiendan leyendo sus propios libros sagrados, aunque para eso tengan que renegar de la fe, cosa difícil para muchos pero no imposible. Allá vamos.
“En el principio fue el verbo…” ¡Un momento! ¿Qué coño es eso del verbo?, ¡que no lo aclaren! Pues el verbo es la parte variable de la oración gramatical que denota esencia, acción, pasión o estado. Y lo que aquí se está ventilando y en teología es la segunda persona de la trinidad, pues resulta que conlleva mucha confusión en algunas personas, principalmente para las que no están muy habituado con la gramática. Seguimos.
En un principio y concretamente con el evolucionado primate homo y desde entonces hasta llegar a hombre, eran ellos un montón de seres (ya humanos), que vagaban por los continentes sin rumbos, ellos buscaban única y simplemente la sobre vivencia, por lo que tenían que luchar mucho. Igualito que ocurre hoy día.
Obviamente, eso sí, eran libres, no existía la tan cacareada democracia, ni gobierno, ni estado, ni políticos corruptos, reyes mandándote a callar, emperadores, presidentes, menos aún, papas, cardenales, curas ni pastores engañifas. Era la ley natural del más fuerte por lo que tenía que enfrentarse con ella. En concreto, el ser humano en la más perfecta consonancia con la naturaleza y de ella sobreviviendo.
Y toda esa relación con el medio en que vivían, es que ahí se inicia el proceso y surgimiento de la conciencia. Pero siguiendo con el reflejo de las cosas primitivas y el surgimiento humano, él y a través del trabajo, alternando la naturaleza y generando, concretamente surgió su cultura.
Sin embargo, él tenía mucho miedo e inseguridad. El ser humano necesitaba de alguna cosa que en qué agarrarse para comprender los rayos, dominar el fuego, seleccionar los alimentos y el agua, solo cuando por necesidad, se comían unos a otros. El canibalismo era de cierta forma natural; era mejor comerse al prójimo que ser comido por un animal en la tentativa de cazarlo.
Posiblemente fuese así que comenzó la visión de lo divino para ser protegido, amparado de los infortunios de la naturaleza. Obviamente, la tal idea surgiría de aquellos más endebles físicamente, pues era muy posible y normalmente que ellos también sirvieran de alimentos, por lo contrario para los más fuertes las dificultades debieron ser menores, ya que cuando querían alimentarse y no había animales disponibles, cazaban a sus vecinos.
¡Un momento! Resulta que al escribir las líneas anteriores hemos pensado en la realidad actual. Es obvio, los días presentes son parecidos con aquellos pretéritos, pues hoy también somos cazados y comidos por los más fuertes económicamente y políticamente, volviéndonos caza por el desesperado sistema que van a la busca de los alimentos de los pobres, que consisten en la existencia tapada de las democracias burguesas.
Volvamos a hilo de la narración. Cuando por fin llegamos al mundo griego, ese que llaman la cuna de la filosofía occidental, encontramos divinidades: los semi-dioses. Tenemos como base los famosos libros de Homero, la Ilíada y la Odisea. El Monte Olimpo está en fiesta, hay dioses por todas partes, Zeus, Atlas, Morfeo, Afrodita, Apolo, mas y mas dioses…
Aún tenemos en esa Grecia, en la que vivió un matemático llamado Pitágoras que resolvió sacarse de la manga, como se acostumbra decir, el “crear el alma”, todo eso para complicar más las vidas de los otros filósofos griegos y posteriores, pues resulta que a pesar de tanta filosofía no sabían para donde iba esa “alma” de los individuos después de la muerte.
En cuanto que Epicuro nadaba en las fuentes de los jardines en busca de los placeres, Platón estaba perdido dentro de la caverna y Aristóteles con sus peripecias, los romanos se preparaban para dar el asalto. Al final resultó que los emperadores de la recién fundada Roma por Rómulo y Remo, eran todos ellos hijos de los dioses. Nada más importante y justo que tentar, y lo consiguieron, tomar el poder del mundo por otro asalto. Sin embargo, a pesar de las interminables guerras y conquistas, asumieron la cultura griega y sus dioses sin faltar Baco. ¡Hagan bacanales! ¡Y las hubo muy famosas!
Después que Nerón prendió fuego a Roma, que patricios, plebeyos y esclavos no paraban de perseguirse y matarse, es ahí que surge la iglesia cristiana; posteriormente ésta es reconocida y pasando a ser la preferida por el entonces emperador Constantino I, en perjuicio del paganismo, resolvió asumir el papel de primer Estado de occidente. Todo eso después de un periodo de persecuciones y aprendizajes, estaba apta para poner en práctica sus tácticas de aproximación con las elites romanas y se confirmaron en el escenario mundial conocido hasta entonces, creando con la decadencia de ese Imperio Romano la supremacía del poder papal, es obvio, sabemos cuáles fueron sus trayectorias inquisitoriales, esas mismas que han llegado hasta la actualidad.
Ese poder papal no perdió el tiempo. Así que los llamados pueblos bárbaros terminaron con el agonizante Imperio Romano, que de cierta manera durante la formación de esos reinos bárbaros éstos ya se encontraban desangrados, entonces sus jefes fueron engatusados y engañados a convertirse al cristianismo. Es ahí, una ve más que la iglesia asume el papel aglutinador, inclusive como un gran latifundista que ya lo era, entre el propio estado y ella.
De ahí para adelante, coser y cantar. Durante casi mil años fue el periodo de expansionismo usando el terror y las supersticiones llegando a llamarse la “Edad de las Tinieblas”. Ese era el reino de la iglesia católica promulgado por su clero: lo eclesiástico, monasterios, conventos, perdiéndose las ideas de Platón y Aristóteles, en la adaptación de los libros bíblicos y evangélicos por los monjes copistas, llenos de riquezas y opulencias pero ignorantes en todos sus contenidos. Así los definió Erasmo de Rótterdam en su “Elogio a la Locura”: “Monjes, su principal devoción consiste en no hacer nada… Los más ridículos son los que se horrorizan al ver el dinero…, pero no dispensan el vino ni a las mujeres”. Sin embargo, fuera de los muros de monasterios y castillos, reinaba la miserias, los señores feudales y clero oprimían hasta los límites a los pobres siervos con las promesas del etéreos paraísos celestiales, después de la muerte, por lo que aún no siendo esclavos esta consistía en la servidumbre desde la cuna a la sepultura.
Pero la realidad nace de las cenizas, como el Ave Fénix. Es el renacimiento, la reforma protestante, la Contra Reforma y lo principal de todo, El Humanismo. El gran cisma de la iglesia (el elegir a 3 papas para una sola Roma), surge entonces la oposición al poder papal y a Roma. Un tal Martín Lutero, con sus 95 tesis, y apoyado por los príncipes alemanes que le escucharon. El traducir la Biblia del latín al alemán y definitivamente romper con la iglesia católica.
Del otro lado apoyado por la gran burguesía emergente, estaba Calvino, acabando con todas las festividades del calendario católico; en consecuencias, aumentando los horarios de trabajo al ya sufrido proletariado. Esto, obviamente favorecía al naciente capitalismo. Resultado evidente, Erasmo aquí descarga toda su ira en el citado libro “Elogio a la Locura”, tentando rescatar el poder perdido por el catolicismo.
Pero como dice el refrán: “no hay cosa mala que dure siempre”, aunque particularmente en cuestiones de religión, política, etc., no concordamos, pues ese mal continúa siendo insecular seculorum. Por fin surge el final del tenebroso túnel con la ilustración, el avance de las ciencias y en algunos estados la separación de la iglesia; el fin del oscurantismo secular, el salir de la edad de las tinieblas.
A partir de ahí surge el movimiento en que los jesuitas son expulsados con desprecios por los ideales liberales del propio capitalismo en ascenso. Es el mercantilismo de la Edad Moderna, la busca de las especies a la India, el periodo de la gran navegación proporcionada por la brújula y la invasión, mejor decir “descubrimiento” de nuevas tierras, o aún desconocidas por la nobleza europea y que fueron saqueadas y explotadas por los propios descubridores, en suma, tomadas por asalto. Y todo eso con el apoyo de los jesuitas, la mal llamada Compañía de Jesús.
Mientras tanto, el clero como había hecho siempre y continúa haciéndolo, al lado de reyes y nobles parasitarios, dormían, bebían comían…, en lujurias bacanales. Por otro lado, en sus tobillos estaba la emergente burguesía, aquella misma que vino de los Burgos localizados alrededor de los castillos, ellos ahora tenían el cañón, pieza importante que usaron para derribar las murallas que les estorbaban.
Desde entonces la revolución se expandió por todos partes: comercial, industrial y la francesa con ideales de libertad, igualdad, fraternidad, que se pusieron contra la burguesía capitalista emergente. Derribaron monarquía y sus reyes, y la ciencia el poder del clero, pero todo eso en apariencia pues ellos sean llamados reyes, presidentes de repúblicas, clero católico, protestante, islámico, etc., continúan con sus poderes intentando embrutecer a los pueblos y volver a las gloriosas edades de los oscurantismos…
Como a todo eso Europa estaba pegando fuego, la iglesia también trató de expandirse por las Américas, catequizando como una apisonadora y enriqueciéndose aún más, apoyando a los explotadores de las nuevas tierras, no haciendo absolutamente nada en contra de la esclavitud pero sí rezando, mejor decir engañando, a aquellos que denominaban indígenas o salvajes.
Infelizmente aquellos gobiernos que tuvieron lo que había de tener, el echarles los perros a los jesuitas, en realidad fue por poco tiempo. Poco a poco empezaron a volver a sus andanzas y hoy se encuentran en todas partes, eso sí, que no aparecen como en tiempos pretéritos, a empezar por no llevar sotana, pero por norma en su lugar ponen las “cabezas de turco” como manifiesta el refrán que sean necesarias.
Así en pocas líneas, fue como la iglesia se organizó junto a los dueños del mundo y capital, a empezar por el Imperio Romano y posteriormente con los bárbaros, pero ya hoy día no pudiéndolo restablecer como entonces en todos los estados aquella supremacía papal, en algunos otros han quedado en posesiones destacables, hay que reconocerlo, en otros en segundo o hasta terceros en el escenario mundial.