LQSomos. Mónica Oporto. Junio de 2011.
Las palabras, en tanto refieren situaciones, inquietudes, objetivos, cambios, pueden considerarse como “elementos de problemas”. En algunos momentos pierden su monosemia porque se los resignifica, no mantienen un significado fijo, estático, lineal. El enunciador habla desde su circunstancia y estatus, desde su elitismo o sus pies en el campo popular.
Desde el habla se manifiestan intenciones, afectos y se buscan efectos: “En el acto del habla se distinguen dos componentes: su contenido proposicional y su fuerza ilocucionaria” desde la cual habrá que desbrozar el mero enunciado y lo que se quiso decir, el mensaje que existía detrás de las palabras.El martes pasado hubo un debate televisivo con un nivel desacostumbrado para la televisión argentina que, de alguna forma, es un signo del cambio de los tiempos y de la absoluta libertad de expresión en los diferentes medios de comunicación. Hubo voces alineadas a uno y otro lado, desde los que representaron la voz de este modelo de país y quien no. Pasaron varios días y la perspectiva del tiempo sumada a la diversidad de opiniones escuchadas, me permitió un cierto análisis (uno más, porque hubo muchos y muy sesudos). Me sentí molesta frente a lo que vi, y ciertamente, como dice Leonardo Boff "todo punto de vista es la vista de un punto" por eso, desde mi punto de vista: me molestó mucho la soberbia elitista manifestada por una representante de la intelectualidad orgánica del establishment, a quien ni nombro a estas alturas, ya saben quién es.
Me molestó que la producción del programa pensara que para emparejar el debate lo mejor era recurrir a representantes varones. Perdón por la cuestión de género, pero a fuer de ser sincera debo decir que podrían haber sido un poco más equilibrados y llevar a un varón y a una mujer, vaya a saber por qué (aunque espero que no sea porque los vieron más capacitados para debatir con la invitada).
De la invitada me parece que su despliegue intelectual es impecable. Tan pulcro, tan prolijo, tan... tan alejado de lo cotidiano. Análisis en completa asepsia, pero vacíos de pueblo. ¿Le costó mucho pronunciar la palabra popular y en cambio prefirió el término "plebeyo"? ¿Tanto miedo a la horda Nac&Pop; de que vuelva a lavarse las patas en la fuente? Mucho afrancesamiento en las formas, y un profundo elitismo.
Compartí opiniones en algunos foros, con compañeros; escuché opiniones en los medios y ahí me sorprendieron algunos comentarios de muchos participantes (o militantes) del sector nacional y popular porque criticaron el discurso de uno de los panelistas invitados al programa en cuestión, por considerarlo "militante". En este punto me quiero detener porque si desde la ELITE nos quieren llevar sólo a su terreno y entonces el debate logra nivel por lo que tiene de "pulcro, intelectual, elitista" es decir, vaciado de militancia, de patas en la fuente, de barro de las calles de los barrios, pues entonces estamos hablando desde el mismo lugar del que nos deberíamos diferenciar y aceptamos (acatamos) la agenda que nos imponen. La voz militante fue la de Gabriel Mariotto, necesaria voz no sólo por su pertenencia y trayectoria militante, sino por el lugar institucional que ocupa hoy.
En las redes sociales, en algunos blogs, algunos compañeros entraron en la variante que nos impone el monopolio de analizaron el debate en términos deportivos, entonces "alguien ganó y otro perdió". Utilizar las mismas palabras de quienes nos queremos diferenciar es mantener la cabeza "colonizada" y quedarnos en el análisis de la micro. En la macro fue ganancia pura, pero ninguneada por los titulares del "día después", básicamente por los medios del monopolio (o alineados con éste) a los que no les conviene destacar que este debate se da porque nunca hubo más libertad de expresión que hoy. Tanta libertad de expresión que (para que después la SIP no se alarme) hasta Beatriz Sarlo exclamó refiriéndose a los hijos adoptados-apropiados de Ernestina Herrera de Noble "tienen que hacerse el ADN".
No obstante, en pequeños detalles nos siguen marcando la agenda y lo lamentable es que por momentos se pierden de vista aquellas palabras de Arturo Jauretche "Nos dicen que hay que comprar con el manual del comprador que escribe el dueño del almacén".
Así muchos se enganchan en esta que puede ser una zonzera disfrazada como blanca ovejita y le hacen el juego al "dueño del almacén" cuando nos dejamos imponer la agenda y usamos las palabras del establishment y no las propias, las del campo nacional y popular. Entonces no se puede reducir un hecho tan importante como fue este debate, a términos deportivos de "ganó-perdió" sólo para castigar al programa que su mérito tiene al haber venido abriendo brecha en medio de la hegemonía del monopolio. Se ha ganado, como referí anteriormente, este debate televisivo y el debate posterior en todos los medios da la medida de la libertad de expresión que vive Argentina.