20 sept 2011

La tijera selectiva (y sangrienta) de la señora de Cospedal

LQSomos. Julio Ortega Fraile*. Septiembre de 2011.

Cuando poder no equivale a sentido de la justicia.

La Señora María Dolores de Cospedal tiene dos piernas, como la mayoría, pero si hablamos de patas políticas también disfruta de un par de ellas muy bien apoyadas ambas: la una en el cinismo y la otra en la hipocresía. Sobre tan desoladores cimientos en un personaje elegido para gestionar los recursos públicos de muchos ciudadanos, se levanta todo un monumento a la destrucción del empleo, los recortes en gastos sociales y el fomento de las privatizaciones. Ella, muy ufana, lo denomina “plan de ahorro”. Algunos pensamos que lo que pretende ahorrar son madrugones a la población activa enviándola directamente al paro. Pero eso no le preocupa, ella no es desempleada. Es más, sus ingresos triplican los del Presidente del País. Pero claro, reclama austeridad... para otros.


Bien, no me voy a meter en análisis políticos por más que tenga mis ideas bastante claras, pues la intención de este texto es demostrar como a la mendacidad de la Presidenta de Castilla la Mancha, se suma una insana apetencia por la crueldad con animales para la que sí, atención a la contradicción – por no llamarla infamia, que sería más apropiado – dispone no sólo del dinero que le niega a otras partidas, sino que defiende con uñas y dientes el uso del acero para torturar y matar toros en lo que entiende como un espectáculo noble y modélico.

Esta mujer, habitual de los ruedos, afirmó que “la declaración de la fiesta como Bien de Interés Cultural permitirá su protección y defensa ante cualquier intromisión” recalcando el apoyo a la misma procedente de su Gobierno regional y explicando que en su Comunidad es donde más festejos se celebran. Dudoso, muy dudoso, pensamos algunos, el honor que ella cree que le confiere tan sombría estadística.

Un buen ejemplo de desfachatez es el que deviene de uno de los datos que utiliza como justificación social en la incoación del Expediente para la Declaración como Bien de Interés Cultural la Fiesta de los Toros en Castilla la Mancha, donde se asegura que el 89% de los castellano – manchegos está de acuerdo con que las corridas forman parte de la cultura española. Vale, ¿es eso una razón para darlas por buenas? Creo que el 100% de los ciudadanos convendrían con que la ablación femenina está integrada en la cultura mauritana, o la matanza anual con picos de ballenas calderón en las Islas Feroe forma parte de la danesa como ceremonia de iniciación para adolescentes. ¿Deberían por lo mismo declararlas bienes protegidos?
Sigamos con los porcentajes: la Señora de Cospedal afirma que, según una encuesta de 2007, un 48% de los censados en esa Comunidad se define como aficionado a los toros – demasiados me parecen, pero bueno -. Y ese cómputo avala el que se le conceda la máxima categoría de amparo jurídico. De nuevo sería un 100% de profesionales de la medicina, enfermería o enseñanza los que no querrían quedarse sin su puesto de trabajo, pero Usted va a quitárselo a miles. ¿No merecerían estas personas mayor nivel de defensa que la conservación de la tortura a un toro como tradición?

Entonces, Doña Dolores, tenemos que deducir que en sus arcas no hay euros para pagar a profesores o médicos que se irán a la calle, o que no le llega para saldar su deuda con las farmacias, pero sí le sobra para seguir promocionando, subvencionando y beneficiando fiscalmente el ensañamiento con un ser vivo. O sea, que no tiene el menor problema en negarle dinero a partidas que son servicios y derechos básicos de la sociedad, para en cambio convertirse en orgullosa mecenas de la crueldad. Tampoco el sufrimiento del animal le preocupa, antes no era parada y ahora no es toro, así que no hay mayor problema en legislar con víctimas cuando siempre se está a salvo, ¿verdad? Decididamente la empatía con los pesares ajenos pasó de largo al llegar a Usted.

Su jefe, el Señor Rajoy, dice de su plan que es “sembrar hoy para recoger mañana”. Aplicándolo a los toros el objeto directo para ambos verbos, sembrar y recoger, sería “violencia”, y el complemento indirecto “los animales”. El sujeto, como siempre, “el ser humano”. Una frase que encierra toda la ignominia legalmente consentida que pueden destilar ciertos gobernantes que juran estar a favor del respeto, de la libertad y de la no agresión. Y parece que sus presupuestos están diseñados para salvaguardar semejante aberración.

Bertolt Brecht dijo que “Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad”. En su caso, Señora de Cospedal, no es previsible que su ética funcione como resorte de sinceridad, pero no se preocupe, que sus acciones hablan sobradamente de lo que Usted calla o tergiversa. Y no me refiero a que no establezca directrices de gobierno acordes con su forma de pensar, en eso sí es coherente. Las mentiras y abyecciones comienzan cuando asegura trabajar por el bien común mientras su hematofilia dicta a quién paga por martirizar a víctimas inocentes. Porque los toros también sufren y el ensalzamiento de la violencia es algo nauseabundo. Ya sé que no lo ignora, el problema es que fomentar ambos hechos le trae sin cuidado Señora Presidenta de la Comunidad de Castilla La Mancha, porque debajo de esa peineta no hay más que una persona extremadamente conservadora, elitista y especista que ha alcanzado el poder.