LQSomos. Jesús Burguera*. Agosto de 2011.
El mes de agosto es un buen mes para reflexionar. Y los motivos no faltan. Déficit americano, deuda europea, quiebra española, ¿estará llegando la hora de la verdad?
Esta semana los focos han estado puestos en el Déficit americano. Los poderes USA han enseñado el abismo a su propia población y al resto del mundo, mirad, esto es lo que os espera si no aceptáis nuestras políticas, han dicho. Y el mundo ha temblado.
¿Cómo no tragar con la no subida de impuestos a los más poderosos y a las grandes corporaciones (sí, los que rebajó Bush) si lo que jubilados, funcionarios y todos los que dependen de un sueldo estatal temían (incluidos los soldados en Afganistán o Irak) era no recibir el cheque de agosto?
¿Cómo no aceptar recortes en la ya pésima asistencia médica (Medicare), cuando se les dice que, de no aceptarlos, es su misma existencia la que corre peligro?
¿Qué importa la calidad de la enseñanza si no hay para comer o si se tienen 14 millones de parados?
USA
Demócratas y republicanos se han puesto de acuerdo, ¿cómo no? Roehner, jefe de los conservadores en el Congreso se muestra feliz porque, dice, Obama ha aceptado el 98% de sus propuestas (las de la extrema derecha, el Tea Party). En dos palabras: reducción del déficit (está en 14,3 billones de dólares) en unos dos billones. ¿Cómo? ¿Aumentando impuestos a las corporaciones? No. Disminuyendo prestaciones sociales.
Sin acuerdo, el gobierno federal no podía hacer frente a sus pagos. Era el default, la quiebra.
El abismo ha sido mostrado también al mundo entero: Vamos a aumentar nuestro endeudamiento. Eso quiere decir que debéis seguir comprando nuestros bonos. En caso contrario, es posible que acabemos por no poder pagaros lo que ya os debemos. Significaría una crisis financiera sin precedentes.
La solución ha sido más deuda para pagar la deuda. La Cámara de Representantes y el Senado aprueban aumentar el techo de la deuda (por poco tiempo, para poder seguir presionando).
La reducción prometida del déficit (2 billones) no será, si se cumple, más que una gota de agua comparada con el total de la deuda.
Ese es el problema de fondo. Los USA llevan muchos años viviendo a crédito, con un déficit anual de un billón de dólares. Desde 2007 están ganando tiempo, prometiendo la vuelta del crecimiento. Pero los datos no lo confirman. Más bien al contrario, están creciendo a un raquítico 1,3% anual. A pesar de la inyección masiva de dólares (6000 millones de dólares al día durante los últimos meses) la recesión apunta de nuevo. Los últimos datos han hecho caer las bolsas el lunes 1 de agosto.
La situación es tan grave que hasta sus propias agencias de rating (Moodys, Ficht y Standard and Poors) amenazan abiertamente con rebajar la calificación de los USA. Hasta ahora, se hablaba sólo de Europa. Ahora las llamas están llegando al centro del bosque.
Europa
La semana anterior fue Grecia. Grecia está en quiebra. Todo el mundo sabe que no podrá pagar su deuda. Aquí también se trata de ganar tiempo, se prorrogan los plazos (hasta 15 o incluso 30 años), se inyectan otros 109 mil millones de euros (más 45 mil millones aún no pagados del primer rescate). Hay que ganar tiempo para que los estados (los contribuyentes) se vayan haciendo cargo del agujero (los bonos griegos) que actualmente se encuentra en los balances de los bancos. Se va a seguir transfiriendo deuda (incobrable) de los bancos al Fondo de Estabilidad Europeo que tiene ya 300 mil millones actualmente, mientras los ciudadanos/votantes lo permitan. El Fondo está garantizado directamente por los estados, es decir, por todos nosotros. El dinero va a salir de nuestros bolsillos.
Y no es sólo Grecia. Está claro que Irlanda y Portugal son también insolventes. En la fecha en que esta nota se escribe (2 de agosto) los ataques se dirigen ya a Bélgica e Italia. Se suben los tipos a los que los estados deben emitir deuda, los diferenciales con Alemania crecen. El euro está amenazado.
España
En este circo, la tercera pista está ocupada por España. Sus políticos, verdaderos payasos, se dedican a contar los mismos viejos chistes y se preparan para una -patética- campaña electoral. Mientras tanto el bono español a diez años debe ofrecer una rentabilidad del 6,47%. (A partir del 7% se considera que un país debe de ser rescatado). ¿Cómo puede pagar España ese tipo de interés? Un país con un crecimiento inexistente, con cinco millones de parados. Imposible. Se quiera o no el estado español está en quiebra, en su forma autonómica actual es insostenible, y no se va a sostener.
El pasado viernes Moodys ponía en vigilancia (con perspectiva negativa) la deuda española. Eran los ocho de la mañana. Cuatro horas después, el presidente convocaba elecciones anticipadas.
Los acontecimientos van así de rápido. Hoy, ese mismo presidente anula sus vacaciones para seguir la crisis.
Estamos en verano. Son las vacaciones. No les quiero alarmar, pero la tormenta perfecta de la que ya hablábamos, sigue formándose. El otoño va ser duro.
¿Podrán los gobernantes seguir haciendo lo que llevan haciendo desde 2007?
¿Podrán seguir dando patadas hacia delante, posponiendo los problemas?
¿Podrán seguir ganando tiempo, en Estados Unidos y en Europa para que la transferencia de deuda de los bancos hacia unas clases pobres y medias ya muy castigadas, siga efectuándose con una cierta tranquilidad?
Puede que sí, y entonces su programa está claro: subidas de impuestos y reducción del gasto vía disminuciones severas en prestaciones sociales.
Pero puede también que la acumulación de riesgos y tensiones, que la suma de una deuda pública mundial de 44 billones de dólares (que se ha multiplicado por dos en diez años) y una –posible– nueva recesión acaben por producir un crash de consecuencias inimaginables y años de (más) pobreza y paro.
¿Podrán seguir así o quizás la hora de la verdad esté llegando?
** Ilustración de "El Roto"