LQSomos. Teodoro Santana*. Abril de 2011.
Ha llegado el circo electoral burgués, y ya estamos hasta la barbilla de malabaristas políticos, artistas del trapecio de las promesas y tipos empeñados en que nos traguemos sus sables y sus sablazos. Todos aseguran que su mayor preocupación es el empleo –el suyo, sin duda–, que velarán por nuestros intereses abnegada y desinteresadamente y que nos mimarán con desvelo.
Cuatros años de nada por aquí, nada por allá, y ¡hala, hop!, todo son promesas y ocurrencias. Desde la que ofrece más “noches blancas” despendoladas e insomnes, hasta el que propone aumentar las tierras cultivadas, aunque no quede claro quién las va a cultivar o si la cosa europea permitirá que eso sea rentable. Da igual: podríamos hacer un “acuerdo técnico” y pasarnos las noches en blanco haciendo surcos.
Por no hablar de los que vienen hacia nosotros a toda máquina y a toda pasta, con un gasto electoral desmedido y desvergonzado, arremetiendo ferroviariamente por tierra, mar y aire. Y es que la cosa de los trenes debe ser pero que muy rentable –y muy “comisionable”–.
Y, por supuesto, los candidatos de los grandes partidos, financiados por los banqueros, que nos piden “la confianza” como si aquí no hubiera pasado nada. Ya se sabe: los lobos pidiendo el voto a los corderos. No esperan vencer por convencimiento, sino por agotamiento, por saturación de la publicidad del producto, aunque sea mercancía averiada.
Los comunistas no podemos participar en este reality show como si fuéramos parte del circo. De hecho, decimos abiertamente que participar o no participar es un asunto de conveniencia táctica, de si sirve o no al avance de nuestra organización y de la toma de conciencia obrera y popular, y no de si hay que cumplir con el calendario del Estado burgués.
Señalaba Lenin que la democracia burguesa no sería lo que es si no poseyera poderosos medios de engaño. En caso de participar, las candidaturas comunistas deben servir, por el contrario, de herramienta de explicación, de pedagogía popular y de deslegitimación de la farsa capitalista. ¿Fácil de entender, verdad?
Pues todavía hay quién se cree el espectáculo, los espejos con lucecitas, los ecopañuelos de colores, la ayudante del mago cortada en dos, la igualdad ante la ley, el bussiness class, la junta electoral y el león drogado. ¡Pasen! ¡Voten y vean!
Señor, señor, qué cruz.
Viñeta de “El Roto”