LQSomos. Teodoro Santana*. Marzo de 2011.
La batalla que se está librando en Izquierda Unida Canaria es importante no sólo para los militantes de esa formación, sino para el conjunto de la izquierda. No sólo porque IU es la fuerza principal de la izquierda, sino porque lo que se está dilucidando es la naturaleza de la izquierda misma, en una batalla política e ideológica largo tiempo diferida. Y además, porque ante el conjunto de nuestro pueblo, la cagada de IU Tenerife enmierda no sólo a toda IUC sino al conjunto de la izquierda canaria.
En esa lucha de líneas, los comunistas, tanto los que estamos fuera como los que están dentro de IU, debemos favorecer las posiciones más consecuentes, menos oportunistas y con más recorrido de futuro. Dentro de IU, desde luego, la cosa tiene más valor porque, desde sus orígenes, esta coalición tuvo como objetivo esconder y difuminar al Partido Comunista de España, hasta el punto de su práctica liquidación.
Que esa ofensiva partiera desde una parte sustancial de la propia dirección del PCE no indica sino su debilidad ideológica, que permitió que los liquidacionistas se instalaran en el cuartel general del partido. Sin embargo, miles de comunistas honestos dificultaron y siguen dificultando su total liquidación, en una lucha que persiste por todo el territorio de Estado con diferentes altibajos.
Ahora en Canarias se libra una batalla más de esta guerra prolongada. Por un lado, la mayoría de la organización en torno a la dirección nacional de Izquierda Unida Canaria. Por otro lado, el ala derecha, nucleada en la isla de Tenerife, convencida de que la “ortodoxia” de la mayoría –comunistas y sectores de la izquierda más consecuente– es un grave lastre para sus aspiraciones electorales.
Como ellos mismos han explicado, se trata de entrar en las instituciones al precio que sea, y pactando con quién sea, aún a costa de hacerlo sin programa y sin “nada de nada”. Pasamos así del “programa, programa, programa” de Julio Anguita a la consideración de que el programa es un estorbo, una formalidad sin sentido cuando de lo que se trata es de rascar los votos que permitan ocupar poltronas.
No son los únicos. A otros muchos hemos oído decir que “el programa es lo de menos” o que “el programa es lo último”, una formalidad que se tramita finalmente como relleno para el apaño que ya esté en marcha. Pero, si no delimitamos el territorio de la izquierda –es decir, de la izquierda anticapitalista– por medio de un Programa Político ¿cómo lo vamos a hacer? Ah, sí: por cuestiones personales preñadas de subjetivismo.
La llegada todopoderosa del enviado de la dirección federal de IU, demuestra en sí misma este criterio oportunista, al saltarse manu militari la propia definición de IU como una organización “federal”, poniendo en evidencia, en la práctica, un centralismo imperial indisimulado que desprecia absolutamente la federalidad de IUC y puentea su dirección legítima.
Por si no quedaba claro, lo primero que hace este nuevo virrey es apoyar las tesis del más barato electoralismo sin principios, justificando la desvergüenza de unos pactos electorales impresentables como un mero “acuerdo técnico”. Un “acuerdo técnico” que, recordemos, incluye a neoliberales escindidos del PSOE por peleas de puestos (y que preferían que el PSOE en Canarias pactara antes con el PP que con CC), Y que busca el pacto con partidos de derechas como Nueva Canarias y el PIL de Dimas Martín.
Ante el rechazo de los comunistas y de la izquierda, el virrey y sus muchachos dan marcha atrás y establecen una supuesta “línea roja” que excluiría al PIL. Falsedad sobre falsedad, ya que tal decisión no depende de IU, sino de Nueva Canarias, que no va a deshacer su alianza con el partido de Dimas –y que, por otro lado y en la lógica de los oportunistas, solo respondería a un “acuerdo técnico”–.
Y es que ese discurso del “acuerdo técnico” lo mismo sirve para un roto que para un descosido. ¿Por qué no un “acuerdo técnico”, pongamos, con el PSOE o incluso con el PP? La única diferencia es que ahora se hace con una derecha chinija, en vez de con una grande (a ver si va a ser que el tamaño sí que importa). Lo que pone de relieve algo peor que el oportunismo: una total incompetencia política.
Porque en un momento en el que nuestra gente demanda lucidez política, ideas fuertes, propuestas claras, alternativas que den expresión y forma al profundo descontento ante la ofensiva antiobrera y antipopular de los gobiernos, la justificación de los “acuerdos técnicos” y las ansias de moqueta de los candidatos les importan un carajo. Hasta como electoralistas sin principios son malos como carne de pescuezo.
A semejantes sorullos, la verdad, poco tenemos que decirles. Apelamos a los comunistas y a las compañeras y compañeros de izquierdas serios y consecuentes que siguen en IUC, en cambio, para que, al contrario que aquellos, opten por el camino de la unidad de la izquierda anticapitalista en un proyecto de largo recorrido en el que seguro vamos a encontrarnos. Y, desde luego, programa, programa, programa.