20 mar 2011

Desde allí, hasta aquí

LQSomos. Zerimar Ilosit. Marzo de 2011.

La religión pudo surgir ya en lo más recóndito de las cavernas. Después de milenios de evolución, lo mismo que ella se ha aprovechado en beneficio propio, hoy al abrirse las puertas del espacio cósmico continúa su periplo de engaños seculares. ¿Hasta cuándo? Según ellos insecular seculorum...

A eso es a lo que se pretende llegar, a una conclusión objetiva como hombres y libres pensadores, es mucho mejor que estar creyendo en lo increíble. Sabemos que en éste mundo, pues no existe el otro, hay dos clase de hombres, los inteligentes sin el yugo de la religión y los denominados hombres de fe o religiosos, pero sin inteligencia aparente y con el yugo al cuello.

Pero aquí, y todo debe ser dicho, la que pudieran tener, pues de tontos no tienen un pelo, les sirven para usarlas entre aquellos ciudadanos más ignorantes que buscan respuestas arrodillados ante ellos y con los ojos cerrados y llenos de fe. A estos les diríamos: reza, reza todo lo que os de en ganas, pero no dejen de remar hacia tierra..., pues estáis hundiendo vuestras vida por nada.

Cabríamos modificar una de las frases de Voltaire para testificar aún más y preferentemente decir: si Dios realmente existiera sería necesario abolirlo o llevarlo ante la justicia de la Razón por las ineficacias y horrores cometidos sobre su propia creación.

Algunos hombres son como aquellos pececillos que están en su acuario. Para ellos los que les están alimentando es su único Dios. Por lo tanto el sentido común del discurrir es la negación total de las religiones, ésta junto a la machacona teología es la “ciencia” de la divina mentira. Ejemplo: las concentraciones religiosas por semana santa y similares, y las ya habituales “visitas” papales, pues son practicadas en todo el “anno domini” es prueba palpable que no pueden negar que tienen acorralados a todos sus “corderos...”.

Pensemos en el Génesis. Si el Dios judío-cristiano, por ser el que más nos influye, que prohibió a Adán y Eva comer del fruto del árbol de la ciencia del bien, querría Él que los hombres caminasen privados de toda conciencia fueran éstos por siempre unas bestias eternas, arrodillados ante ese supuesto Dios “viviente y colérico”, su creador y su amo.

Es patente, los libres pensadores y ateos no pueden creer en ningún denominado personaje llamado Dios. En todo momento preferimos las filosofías, ciencias, naturaleza a las religiones. Es obvio, no se puede poseer al mismo tiempo lo evidente y lo incomprensible.

Veamos. Han venido diciendo en los púlpitos, aunque hoy han entrado en la tecnología, precisamente no inventadas por ellos, pues de haberlo podido habrían llevado sus precursores a la hoguera, que la religión es necesaria para poder vivir. ¿Creemos que la policía es imprescindible? Si no existieran los bandidos, asesinos, corruptos, etc., no la habría. Por supuesto, de no haber religión tampoco Dios y las ignorancias que acarrean los seculares tiempos pretéritos y presentes.

Las religiones nunca han sido capaces de reformar a la Humanidad y llevarla hacia un bien estar social en paz y progreso, pues resulta que ellas misma ya de por sí son precisamente una esclavitud perpetua y con un yugo que dura milenios. Cabe decir positivamente que el médico ve al hombre en toda su fragilidad; el juez en toda su maldad; el teólogo en toda su ignorancia. 

Es inaudito, contrario a la razón el imaginarse a un Dios que premia y castiga a las criaturas de su propia creación y cuyas intenciones fueron modelarlos bajo sus propios dominios que obliga a obedecerlo sin rechistar. Es decir, un Dios que no es ni más ni menos que el reflejo de la debilidad humana. Igualmente no es creíble que los individuos sobrevivan a la muerte de su propio cuerpo. Pensar de esa manera equivale a miedos y egoísmos de los más ridículos, pero esa es la realidad. No, no es posible creer en ese Ser Supremos lo mismo que no lo hace con el personaje Papá Noel.

¿Está dispuesto ese Dios a prevenir la maldad pero no puede? Entonces no es omnipotente... ¿Puede él hacerlo pero no está dispuesto? Creemos entonces que es malévolo...

Los libres pensadores, o lo que es más cómodo denominarnos por los creyentes como ateos, nunca hemos creído en un Dios personal, espiritual ni en ningunas otras convicciones religiosas, lo venimos insistiendo. Por supuesto, si hay un algo en nosotros que pudiera ser llamado “religioso” es ahí la admiración sin límites a la estructura del Planeta Tierra y hasta donde la ciencia ha podido penetrar y revelarnos hasta éstos momentos. Por simples deducciones, los dioses llegan a ser tan frágiles que pueden ser asesinados con las realidades científicas, o entonces con el sentido común de la razón. Sin olvidar que Jesucristo, según los dogmas cristianos, fue asesinado en el patíbulo de la cruz por el propio pueblo que vino a salvar, pero que después se ha sabido que no era el pueblo hebreo y sí el posterior cristiano…, en realidad un tremendo lío.

Los seres humanos nacen, se reproducen, envejecen, enferman, evolucionan, se mueren y extinguen. Entonces, ¿dónde está el personaje dios que cometió errores de cálculos cuándo diseñó su mundo? Sabemos desde hace siglos, milenios, que difícilmente va a existir un argumento convincente para probar ante las masas de todo el mundo la no existencia de Jehová, Dios, Jesucristo, Alá y un largo etc. Resulta que ellas, las religiones, no quieren decir la verdad, esas mismas que comparten mutuamente y necesitan de la fe, o mejor especificado: virtud teologal por el cual los creyentes creen en las “verdades” reveladas por su respectivo Dios.
Como se viene insistiendo, las religiones basan sus conceptos teológicos en la machacona fe. Ahí radica todo lo relacionado con la vida en el mundo y la firme promesa explícita de una posterior recompensa en los etéreos paraísos celestiales después de la inevitable muerte. Por supuesto, todas esas beneplácitas regalías son a cambio de obedecer ciegamente, ahí entra de lleno la fe, los sagrados y absolutos juicios de sus muchos intermediarios, según esos guías espirituales a una “verdad divina”. Ante esas absurdidades exigencias y oscurantismos, aún exigen la entrega incondicional de los más grandes y supremos condicionamientos que posee el homo sapiens: LA RAZÓN HUMANA, esa misma que como tal le da la LIBERTAD pensante ante él mismo y el mundo que le rodea. Es ahí donde se puede encontrar, dentro de lo humano, el sentido de la vida y no en creencias religiosas y retrógradas.

Otro de los “divinos mandamientos” es el tener que sustentar a todos esos parásitos y vagos con el trabajo ajeno y aún en la opulencia y riquezas que como servidores de Dios tienen que poseer.    
 
Los seres humanos pueden vivir sin los dioses, de hecho así ha ocurrido en el pasado y presente. Ocurre que por intermedio del sacerdocio, sea él cualesquiera, los dioses les deben su existencia a los humanos. Por lógica ellos son una existencia imaginaria de la realidad cotidiana, en definitiva son el resultado de una insatisfacción colectiva. El creer en los dioses es una ocupación absurda, inútil y estéril. Es contrario a la razón buscar allí donde nada existe. A los dioses no se les pueden buscar, y menos en templos, se les crean..., para mayor gloria de la teocracia.

Desde tiempos inmemorables los que no pudieron ser como nosotros, libres pensadores, los ciudadanos restantes por mayoría han sido en todo momento y lugares privilegios exclusivos de los religiosos. ¡El que lo dude que mire por unos momentos quién fue la Santa Hermandad! Insistimos al respecto: cuando la ignorancia es felicidad para los crédulos, es pues una gran locura ser sabio.
Añadiremos que la teología nunca ha ayudado en los problemas del saber ni en las investigaciones. Ella resulta ser algo así como buscar a media noche y sin luna en un sótano oscuro a un gato negro que no está allí.

Siempre lo ha sido, no hay nada nuevo bajo el Sol, la mejor manera de enriquecerse es crear tu propia religión, o lo que es lo mismo, tu propio Dios. A la vista está la cantidad de ellas que existen y han existido siempre. Prueba contundente son los denominados “10 mandamientos”, ellos fueron creados para cerebros aburridos. Los cinco primeros son exclusivamente para el beneficio del clero y sus múltiples poderes que les dan. Los siguientes cinco restantes son medias verdades, ni completas ni adecuadas.

Llevémoslo con orgullo, no nos avergoncemos de tener a un primate por antepasado, es decir, un primo cercano del reino animal, todo lo contrario, aún más cuando nos tachan al decirnos que el clero son los pastores y nosotros cordero... Pero sí de descender de unos hombres auto llamados infalibles y que se inmiscuyen en asuntos científicos de los que no saben nada. Cuando éramos chavales creíamos en Dios, obligatoriamente y a esas edades te tragas todo lo que dicen, aún más en un régimen nacional catolicismo. Posteriormente cuando logramos unir dos o más pensamientos se nos olvidó que “existía”.

Sin embargo, creemos que Dios es una necesidad para muchas gentes, lo que no demuestra que exista. Aún mas, les tenemos lástima que no despierten del sueño que les provoca los misterios que encierran las religiones y la denominada fe. Tenemos tanta autoridad como el Papa de Roma, la cuestión es que no tenemos tantas gentes que así lo crean, peor para ellos, nosotros no les engañamos.

Las únicas iglesias que verdaderamente han iluminado son aquellas que ardieron por algún motivo, y no las miles de hogueras que durante siglos quemó a infinidades de inocentes “herejes”.