LQSomos. Teodoro Santana*. Marzo de 2011.
Hay que reconocerlo: Nueva Canarias, escisión de CC en Gran Canaria, ha sabido pasar de la marginalidad política a convertirse en el eje aglutinador de todos los retales de la derecha insularista de las Islas con algún botón pretendidamente de izquierdas. Cosa que le facilita la posibilidad de superar la barrera del 6% en el conjunto del Archipiélago y entrar en el parlamento autonómico.
A sus nuevos socios les permite también presentarse con posibilidades a entrar en una institución que, en caso contrario, les obligaría a superar el 30% insular. El simple hecho de parecer que pueden conseguirlo ya arrima “votos útiles” a su sardina. No es mal negocio.
Y mucho menos cuando, en palabras del propio Román Rodríguez, no se trata de un acuerdo programático sino electoral, con el único objetivo de modificar la ley electoral canaria, y que “las fuerzas políticas que conforman este acuerdo tendrán la libertad de expresar sus ideas, sus programas y sus compromisos”. Esto es: entremos como sea en el parlamento y, después, que cada uno haga de su capa un sayo.
Esta estrategia de la operación ya había sido adelantada por Ramón Trujillo, coordinador insular de IU en Tenerife, al señalar con respecto al pacto electoral con Nueva Canarias que “tal acuerdo no supondría compartir ni programas, ni análisis político, ni candidaturas, ni nada de nada. Sería sólo un acuerdo legal para superar la antidemocrática barrera del 6%”. Es evidente que, pese al triste papelón que está jugando Trujillo, ya estaba al tanto de la filosofía de la operación.
No deja de ser gracioso que la “gran reforma” que propone NC es rebajar el tope a nivel de toda Canarias del 6% al 5%. ¡Qué gran avance democrático! El 6% no, que yo no entro: lo dejamos en el 5%, que ya me vale, y no entra nadie más, ni siquiera IU. Ándeme yo caliente…
Sería ingenuo exigirle a Román Rodríguez, a Dimas Martín, a Domingo González Arroyo, a los escindidos del PSOE por cuestiones de puestos (y por su preferencia de que el PSOE pactara con el PP en vez de con CC), y a otros de los confabulados en esta opción electoral del “hagan hueco que voy”, que manifestasen un programa común a defender en las instituciones, fundamentado en principios políticos y éticos. Pero si a alguien sí cabe exigírselos es a quién se presenta como la izquierda con total desfachatez.
El que, al menos formalmente y tras el rechazo suscitado, IU Tenerife no vaya en el pacto de Socialistas por Tenerife con Nueva Canarias en la circunscripción al parlamento autonómico por esa isla (lo que legalmente hubiese impedido que IUC se pudiera presentar en las otras islas), no cambia un ápice el fondo del asunto.
Mucho menos cuando el propio Trujillo insiste en alabar el “acuerdo técnico” SxT-NC diciendo que “sentará un importante precedente democratizador y permitirá, en el futuro, a toda la izquierda alternativa en todo el Archipiélago, articular alianzas para superar nuestra fraudulenta ley electoral“. Eso es amor y lo demás boberías.
Lo único que ha conseguido Trujillo es encabezar personalmente la lista de la coalición “XTenerife” (viva el insularismo) al Cabildo, en el que ya se ve como consejero. ¿Para qué? Y, sobre todo, ¿a cambio de qué? Pues a cambio de dejar Izquierda Unida Canaria como un solar, abocada al descrédito y al fracaso no sólo en Tenerife, sino en el resto de las Islas. Qué triste papel.
La “suerte” que tiene es que la operación de Nueva Canarias de aglutinar en torno a sí a la derecha chinija, viene a coincidir y a solaparse con otra operación de mayor calado que se está dando en todo el Estado dentro de IU. Asturias, Galicia, Extremadura y otras federaciones ya han conocido la experiencia que vive ahora la federación canaria de la coalición.
Esta operación consiste, ni más ni menos, que en liquidar definitivamente al PCE y arrinconar, cuando no expulsar de IU, a los comunistas y a los sectores más de izquierda. Para que esto haya sido posible, era necesario que los liquidacionistas estuviesen instalados en la dirección del propio PCE, lo que les ha permitido una razzia implacable bajo el sobreentendido de que, cuanto más difusas sean las posiciones de IU, más votos acarrearán a su sereta. Así que los comunistas fós.
De nada vale que esta vieja concepción oportunista –creyente fanática de la fábula de que desideologizar da votos y que abandonar los principios es rentable– nunca haya dado resultado. Ni que, por el contrario, la propia experiencia de IU demuestre empíricamente que, por ejemplo con Anguita, cuanto más claro y diferenciado es su mensaje, mejor les va. Por mucho que la ambigüedad les haya rebajado el número de diputados de 20 a 1, ellos siguen erre que erre.
Como una ballena moribunda, IU se mueve agónica por las aguas de la política española sin llegar a convertirse en la referencia de la izquierda, a pesar de la galopante crisis imperialista y el brutal giro derechista del PSOE.
Pero los liquidadores son incapaces de ver lo que tienen ante sus propias narices ni de oler el tufo a descomposición que ellos mismos provocan. La pequeña burguesía burocrática es incapaz de adoptar una posición proletaria, revolucionaria, por mucho que la realidad la exija a gritos.
Y fuera de IU siempre encuentran a otros pequeño burgueses (o incluso grandes burgueses, como en Canarias) que, con tal de carroñear el cadáver para sus propios fines (por cuestiones operativas o para apropiarse de la marca), están dispuestos a declararles amor eterno. Y, juntos, se lamentan comprensivamente de lo malos y “dogmáticos” que son los comunistas.
El destacamento de los comunistas canarios –y las personas de izquierda consecuentes– que siguen en IU, se encuentra así bajo el fuego cruzado de la operación de la nueva derecha canaria, por un lado, y de la operación anticomunista a nivel estatal, por otro.
Más allá de mostrarles nuestra simpatía, nada podemos hacer si esos comunistas no reaccionan, plantan cara a los liquidadores y apuestan por la unificación de todos los comunistas canarios en un solo partido, como núcleo vertebrador de un frente de unidad y resistencia de toda la izquierda anticapitalista.
Desde luego, un frente que defienda un programa claro de lucha política e ideológica y no esté hegemonizado por los elementos pequeño burgueses.
De ustedes es la decisión, camaradas.