13 feb 2011

Globalización, imperialismo y las llamadas vías nacionales para el socialismo. El caso de Brasil

LQSomos. Edmilson Costa*. Febrero de 2011
Traducción al castellano: Beatriz Martínez

El proceso de globalización de la economía mundial en curso ha producido un conjunto de fenómenos nuevos en el sistema capitalista, contribuyendo a esclarecer mejor el papel de las clases sociales en el proceso de transformación socio-económica, así como sus relaciones con el sistema imperialista. Hasta mediados de la década de los años 50, cuando el capitalismo industrial era incipiente en Brasil, existía por parte de las fuerzas de izquierda una evaluación de que el proceso de transformación envolvía alianzas poli-clasistas, toda vez que sectores de la burguesía nacional tenían sus contradicciones con el imperialismo.

Esta evaluación comenzó a perder su sentido en el propio proceso de industrialización brasileño, que fue estructurado a partir de un trípode que envolvía al capital de Estado, al capital privado nacional y el capital extranjero, resaltando que el capital internacional, desde el inicio, pasó a controlar las ramas más dinámicas de la economía. Incluso con la presencia significativa del Estado en la estructura socioeconómica nacional, esa participación estatal estaba subordinada a la lógica del capital internacional y posibilitó mucho más la ampliación del poder económico de los grandes grupos internacionales en el país, que la consolidación de un proyecto autónomo de desarrollo.

La consolidación de los oligopolios
El golpe de 1964 vino a situar más claras las posiciones de las diversas clases y sus relaciones con el sistema capitalista. Al contrario de lo que muchos imaginaban, la llamada burguesía nacional no sólo apoyó con entusiasmo el golpe, sino que creció asociada a su sombra, como una especie de línea auxiliar de su buen comportamiento. Se realizó a marchas forzadas una modernización conservadora del capitalismo, al mismo tiempo que Brasil alcanzaba altos índices de crecimiento económico y dinamizaba la industrialización y el oligopolio de la economía, que permitió al país transformarse en una de las diez mayores economías del mundo, en tanto se trabajaba para el ejercicio de una enorme represión contra los trabajadores y sus sindicatos, condición fundamental para la viabilidad del modelo económico.

La dictadura implantada a partir de 1964 estructuró un sistema económico basado en altas tasas de beneficio, la oligopolización de la economía, modernización conservadora del campo y una sobrexplotación de los trabajadores. Fue también responsable del desmantelamiento de la enseñanza y de la salud públicas, e incentivo de la mercantilización de la educación y de la medicina, tanto fue que hoy dos tercios de los estudiantes universitarios estudian en instituciones privadas y la gran mayoría de los hospitales son de propiedad privada. Además, revocó las libertades democráticas ya existentes, persiguió y criminalizó las luchas sociales y políticas, y apartó de la vida política legal a las fuerzas políticas de izquierda, especialmente a los comunistas.

El resultado de ese proceso fue la configuración de una sociedad marcadamente desigual, con uno de los niveles más dramáticos de concentración de renta. Para hacerse una idea, el 10% de los más ricos de la población brasileña controlan cerca del 47% de la renta nacional, en tanto que el segmento representado por el 1% mejor situado de este contingente posee una renta mayor que el 50% de los más pobres.

El proceso de modernización hecho desde arriba no puede ser viable sin que el Estado construyese una vasta red de grandes empresas públicas, cuyo papel esencial era dar soporte a la acumulación de capital nacional e internacional. Esta compleja red de intereses contribuyó para construir un capitalismo monopolista de características propias, en el cual convivían el capital privado brasileño, gran parte de él asociado al capital internacional, una burguesía rural ligada a los circuitos del comercio internacional, las empresas públicas y el capital extranjero, resaltando que este último continuó ampliando su dominio sobre las ramas más dinámicas de la economía.

Por tanto, la configuración del capitalismo industrial brasileño, después de 21 años de dictadura, ya presentaba las características de un capitalismo monopolista, pero con las particularidades típicas del capitalismo tardío y periférico, a saber: la subordinación a la lógica del gran capital internacional, una burguesía nacional desvinculada de cualquier proyecto nacional, el capital internacional dominando los sectores dinámicos de la economía y un mercado interno significativo, pero restringido a cerca de la mitad de la población, este último hecho, fruto de una gran concentración de la renta generada en la dictadura.

Ese conjunto de fenómenos económicos, políticos y sociales desencadenan un nuevo perfil en la sociedad brasileña, muy diferente de aquel que existía en los años 50 y 60 cuando el capitalismo industrial estaba en construcción. Este nuevo comportamiento produjo también sus efectos en el campo teórico de la izquierda, una vez que el país ha cambiado y que era necesaria una nueva estrategia y táctica en la revolución brasileña que posibilitase aprehender esos nuevos fenómenos. O sea, la nueva realidad brasileña contribuyó de manera efectiva en los cuestionamientos de los llamados proyectos nacional-liberadores o nacional-desarrollistas que se ejecutarán en los marcos del capitalismo.

Globalización y neoliberalismo
Entonces, si todavía quedaba alguna duda respecto al papel de la llamada burguesía nacional como aliada de cualquier proceso de transformación social en Brasil, la globalización y el neoliberalismo vinieron a sepultar de una vez por todas las ilusiones nacional-liberadoras o nacional-desarrollistas. Con una agresividad sin igual, los gobiernos neoliberales desplegaron a hierro y fuego su agenda, con las llamadas reformas estructurales, desregulación de la economía, privatizaciones y desmantelamiento del Estado.

La mayoría absoluta de las empresas públicas brasileñas fue privatizada a precios irrisorios y adquirida por el gran capital nacional e internacional. Para hacerse una idea de la dimensión de las privatizaciones en el país, baste decir que todo el sector eléctrico, todo el sector de las telecomunicaciones, de la siderurgia, los bancos públicos del Estado, entre otros, pasaron a tener control privado. De esta manera se desmantelaron los principales bastiones de la economía controlada por el Estado –todo esto con el apoyo entusiasta de la burguesía nacional.

En otras palabras, lo que se observa en Brasil, en las últimas tres décadas de implantación del neoliberalismo, fue una transformación en el capitalismo brasileño, con un aumento de la des-nacionalización de la economía y el fortalecimiento de grandes grupos nacionales asociados. Como esos grandes grupos también crecieron de manera muy significativa en esa coyuntura, debido a que se apropiaron de una parcela importante de las empresas públicas, ahora buscan nuevos espacios en el capitalismo global en una especie de asociación conflictiva y puntual con el capital internacional. Mejor dicho, los grandes oligopolios brasileños, tanto industriales como agrarios, sin contrariar la lógica de la subordinación e incluso por instinto de supervivencia, buscan un mejor posicionamiento en el capitalismo globalizado.

Con el objetivo de consolidar la posición de esos grupos en la coyuntura internacional globalizada, el gobierno Lula, especialmente en su segundo mandato, ha desarrollado una fuerte política de financiamiento, articulación, fusiones e internacionalización de esos grupos monopolistas con el fin de obtener mayor poder de negociación en las transacciones internacionales con el gran capital extranjero. Incluso puede decirse que la acción de ese gobierno provocó un intenso proceso de cambios cuantitativos y cualitativos en prácticamente todos los sectores dinámicos de la economía brasileña. Esa política implicó tres vectores básicos:

  1. El gobierno movilizó al Banco de Desarrollo Económico y Social (BNDEs),  uno de los mayores bancos públicos de fomento del mundo y los fondos de pensiones para-estatales en el sentido de financiar, articular y reunir las condiciones para la formación de players globales con capacidad de influir en la inserción de Brasil en las relaciones económicas internacionales.
  2. Con los recursos del financiamiento, esos grupos realizaron un intenso proceso de fusiones y adquisiciones cuyo resultado son los llamados “campeones nacionales”, grandes conglomerados unificados con capacidad de negociar, en un nuevo nivel, un mejor posicionamiento respecto a las firmas maduras del capital internacional.
  3. Internacionalización de esos grandes grupos unificados, tanto en el sector privado como en el público (es el caso de Petrobrás), buscando ocupar un papel en espacios y áreas de la periferia capitalista, en las cuales Brasil tiene influencia económica y política.
  4.  
Un capitalismo completo y subordinado
En función de las transformaciones sufridas en el capitalismo brasileño, nuestra formación socio-económica se caracteriza como la de un capitalismo completo, con un elevado grado de concentración empresarial, que transitó de una industrialización embrionaria en la década de los 30 a los 50 hacia formas de producción y acumulación ampliada de capital hasta la formación del monopolio. Este trayecto fue recorrido de manera interconectada, inseparable y subordinada al sistema imperialista que hoy predomina en las relaciones internacionales.

Incluso teniendo en cuenta que el capital extranjero controla las ramas más dinámicas de la economía, Brasil construyó en este último medio siglo un parque industrial desarrollado con capacidad de suministrar de bienes y servicios al mercado nacional y exportar una parte significativa de su producción, desarrolló una agricultura moderna en donde las relaciones asalariadas son predominantes, un sistema financiero sofisticado, una intensa automatización bancaria y una malla logística de infraestructuras, telecomunicaciones y comunicaciones a la altura de la reproducción de las relaciones burguesas.

Consiguientemente, es una formación económica compleja que presenta un conjunto de características específicas: al mismo tiempo que predominan las relaciones de subordinación con los centros imperialistas mundiales, el capitalismo brasileño no puede ser considerado dependiente, en el sentido de un sistema que no puede desarrollarse en función de limitaciones externas. Al contrario, su constitución, dinamismo y desarrollo fueron exactamente el resultado de sus vínculos con la lógica del capital monopolista internacional.

Otro elemento importante del perfil del capitalismo brasileño es el elevado grado de concentración de los grupos económicos: los ingresos brutos de los 200 mayores grupos instalados en el país alcanzaron en 2009 cerca de 2 trillones de reales (cerca de 1,25 trillones US$), más o menos dos tercios del Producto Interior Bruto brasileño. Si observamos esto desde el punto de vista del empleo, tendremos una dimensión más clara de esta concentración: los 10 mayores grupos del país emplean 920 mil trabajadores.

La complejidad del capitalismo brasileño se expresa de manera más precisa cuando analizamos la composición de los mayores grupos del país. Esta tipología de análisis es más completa porque evalúa el peso de los grupos en la economía (con sus ramificaciones en los variados sectores de la economía) y no sólo desde las empresas aisladamente. En una primera aproximación, la mayor parte de los 100 grupos económicos más grandes de Brasil está formada por capitales mayoritariamente nacionales, tres de los cuales son grupos controlados por el Estado Brasileño (1).

Si evaluamos sectorialmente, constataremos también la presencia mayoritaria de grupos con capital mayoritariamente nacional. En el sector del comercio, de los 20 mayores grupos, 13 tienen capital de origen nacional. En el sector financiero, 14 de los 20 mayores grupos son de capital nacional. En la industria el capital nacional es levemente minoritario: posee 9 de los 20 mayores grupos, en tanto que el capital internacional controla los 11 mayores. En el área de servicios, en general, el capital de origen nacional controla 13 de los 20 mayores grupos.

Si observamos ese rendimiento desde la óptica de la apariencia de los fenómenos, la conclusión a la que podríamos llegar es de que los grupos brasileños son numéricamente mayoritarios y que, por tanto, en función de sus propios intereses tendrán contradicciones antagónicas con el capitalismo internacional. No obstante, esto es realmente sólo la apariencia del fenómeno, porque en su esencia la realidad es bastante diferente. La propia naturaleza tardía del capitalismo brasileño, la grandeza económica de los grupos internacionales, la asociación ente el capital nacional y el capital extranjero y la tela de araña de intereses que permea las relaciones entre esos grupos, convierte al capitalismo brasileño y sus grupos en parte constitutiva y subordinada al sistema del capitalismo monopolista mundial. Es así porque:

  1. En una economía globalizada, la comparación entre los grupos no debe hacerse sólo desde parámetros cuantitativos, sino observando la dimensión de los bloques de capitales, o sea, el peso de cada grupo en la economía mundial. Desde ese punto de vista, los grupos de capital de origen nacional son mucho menores que los grupos internacionales e influyen de manera residual en áreas periféricas del capitalismo. Por ejemplo, el Citibank es menor que Itaú o Bradesco en Brasil, pero desde el punto de vista internacional ese grupo es mucho mayor internacionalmente que los dos juntos.
  2. Prácticamente todos los grupos económicos con capital de origen nacional están ligados, dependen y hacen parte de la lógica de acumulación del gran capital internacional. Los conflictos de intereses que pueden ocurrir son parte de la dinámica de acumulación del capital y no representan ninguna ruptura con los viejos lazos que unen intereses más profundos con esos bloques de capitales.
  3. Los Estados imperialistas, a los que los grandes grupos de capital internacional están ligados, controlan las principales instituciones económicas internacionales, la mayor parte del flujo económico y, además, posen las fuerzas militares más poderosas del planeta, lo que otorga a esos grupos un soporte completo –institucional, económico-financiero y militar.
  4.  
El carácter de las transformaciones en Brasil
Si Brasil posee un capitalismo completo, monopolista y desarrollado, inclusive en el campo; si más del 80% de la población vive en las ciudades; si las relaciones asalariadas están generalizadas; y si las instituciones típicamente burguesas están consolidadas y legitimadas socialmente, la contradicción central de la sociedad brasileña sólo puede expresarse entre los dos polos principales del sistema capitalista: la burguesía y el proletariado. Como en prácticamente todas las sociedades capitalistas, existen sectores residuales, como pequeños propietarios, pobladores rurales, agricultura familiar, entre otros, peor todos estos sectores están subordinados a la lógica del gran capital y del mercado capitalista.

Esta lectura de la realidad brasileña lleva a conclusión de que el carácter de la revolución en el país es socialista, no existiendo ya más espacio a las llamadas luchas de liberación nacional participadas por todo el pueblo, inclusive los sectores de la burguesía, contra un imperialismo externo que sofocaría las posibilidades de desarrollo de la nación. La burguesía brasileña es parte del sistema imperialista mundial y en este sistema está integrada e, internamente, organiza sus intereses en alianza con el capital internacional.

El carácter de la revolución brasileña es socialista porque el mundo globalizado consolidó las redes sociales entre los sectores burgueses de todo el mundo. La llamada burguesía nacional está ligada por intereses objetivos con el gran capital internacional y no tiene ninguna disputa contra sectores pre-capitalistas o restos feudales del país. Al contrario, su principal preocupación es con la posibilidad de que el proletariado brasileño se organice para realizar su revolución socialista.

El carácter de la revolución brasileña es socialista porque el desarrollo del capitalismo monopolista brasileño transformó el país en una formación social desarrollada y reúne todas las condiciones de una nación industrializada. En estas circunstancias, el ciclo burgués está completo. Por tanto, las tareas de los comunistas, que representan los intereses estratégicos de los trabajadores, no pueden ser resueltas en el marco del capitalismo.

Esta definición estratégica, fruto de las condiciones objetivas del capitalismo brasileño, no es todavía comprendida por la mayoría de las fuerzas de izquierda, debido a una larga tradición de las tesis de la revolución nacional-democrática. El Partido Comunista Brasileiro (PCB), a lo largo de varias generaciones, fue el principal portavoz de esa formulación. La verdad, puede ser que en algún momento de nuestra historia fuese una estrategia correcta. Sin embargo, esa perspectiva perdió su sentido porque el capital monopolista brasileño acumuló lo suficiente para abortar esa posibilidad.

Las fuerzas sociales y políticas que continúan insistiendo en esas tesis se comportan como defensoras de un mundo que ya no existe y, muchas veces, incluso proclamando el socialismo como perspectiva, pero en la práctica están luchando para reformar el capitalismo y volverlo más humano. Los ejemplos recientes de alianzas con sectores burgueses realizadas por el Partido dos Trabalhadores (PT), actualmente en el poder en Brasil, servirán apenas para fortalecer el capitalismo monopolista brasileño, a cambio de algunas migajas para los trabajadores, y no contribuirán en nada al proceso de transformación del país.

Otro elemento que causa confusión en esa formulación es el hecho de que definir el carácter de la revolución brasileña como socialista colocaría a las fuerzas de izquierda en una camisa de fuerza en el plano táctico. Este cuestionamiento no tiene razón de ser, pues el carácter socialista de la revolución no implica la ausencia de mediaciones políticas en la lucha concreta de las masas. Lo fundamental de la estrategia socialista es que ésta defina el curso de la transformación, los aliados y los enemigos del proceso revolucionario. No sembrar ilusiones vanas entre los trabajadores. Cerrar el espacio para el reformismo y la social-democracia y presentar una perspectiva de clases para el proceso de transformación social.

Finalmente, esa definición estratégica necesita de la construcción de un bloque de fuerzas sociales y políticas en el terreno proletario, que en nuestras resoluciones aprobadas en nuestro XIV Congreso se expresa como un frente Anticapitalista y Antiimperialista, instrumento que deberá reunir todos los que estén efectivamente dispuestos a la lucha contra el capitalismo y el imperialismo. Es exactamente ese bloque revolucionario el que tendrá la tarea de dirigir el proceso de transformación social de la sociedad brasileña.

*Edmilson Costa es doctor en Economía del Instituto de Economía de UNICAMP, con post-doctorado en el Instituto de Filosofía y Ciencias Humanas en esa misma institución. Es autor de Imperialismo (Global, 1987), A Política Salarial no Brasil (Boitempo, 1997), Um Projeto Para o Brasil (Tecno-Científica, 1998), y A Globalização e o Capitalismo contemporâneo (Expressão Popular, 2008), además de ensayos publicado en Brasil y en el extranjero. Es miembro del Comitê Central e da Comissão Política do Partido Comunista Brasileiro
Articulo original.

(PCB).
Nota de los editores: Este texto fue presentado por Edmilson Costa, Secretario de Relaciones Internacionales del PCB, representando al Pardio en el Congreso del Partido Comunista de Méjico y del seminario internacional sobre “Globalización, imperialismo y las llamadas Vías Nacionales para el Socialismo”, en el cual también participaron miembros del Partido Comunista Griego y del Partido Comunista de Méjico.

(1) Ranking de los 50 mayores grupos económicos de Brasil, 2009
Orden de los grupos
Grupos
Sede
Origen del
Capital
Actividad
Principal
Ingresos Brutos
R$ millones
01
Petrobrás
RJ
Brasil
Indústria
230.504,0
02
Itaúsa
SP
Brasil
Finanças
115.680,8
03
Bradesco
SP
Brasil
Finanças
107.270,7
04
Banco do Brasil
DF
Brasil
Finanças
96.798,0
05
JBE-Friboi
SP
Brasil
Indústria
55.223,6
06
Vale
RJ
Brasil
Indústria
49.812,0
07
Telefonica
SP
Espanha
Serviços
48.711,8
08
Caixa
DF
Brasil
Finanças
48.671,1
09
Oi
RJ
Brasil
Serviços
45.708,2
10
Santander
SP
Espanha
Indústria
43.306,8
11
Ambev
SP
Belgica/Brasil
Indústria
41.404,2
12
Oderbrecht
BA
Brasil
Indústria
40.639,9
13
Fiat
MG
Itália
Indústria
39.417,6
14
Ultra
SP
Brasil
Comércio
37.851,4
15
Votorantim
SP
Brasil
Indústria
32.977,0
16
Bunge
SP
Holanda
Indústria
30.041,8
17
Eletrobrás
RJ
Brasil
Serviços
29.992,7
18
Volkswagen
SP
Alemanha
Indústria
27.336,0
19
Gerdau
RS
Brasil
Indústria
26.540,1
20
Pão de Açúcar
SP
Brasil/França
Comércio
26.223,0
21
Carrefour
SP
França
Comércio
25.622,5
22
Shell
RJ
Hol./Ing
Comércio
24.431,2
23
HSBC
PR
Inglaterra
Finanças
20.809,9
24
Walmart
SP
EUA
Comércio
19.700,0
25
Camargo Corrêa
SP
Brasil
Serviços
18.946
26
Brasil Foods
SP
Brasil
Indústria
18.558,9
27
Andrade Cutierrez
MG
Brasil
Serviços
18.199,4
28
TIM
RJ
Itália
Serviços
18.156,7
29
Arcelor-Mittal
MG
Esp/Fra/Lux
Indústria
17.857,5
30
Cemig
MG
Brasil
Serviços
17.442,5
31
AES Brasil
SP
EUA
Serviços
17.106,9
32
Cargill
SP
EUA
Indústria
16.967,1
33
Cosan
SP
Brasil
Indústria
16.685,9
34
Nestlé
SP
Suiça
Indústria
16.000,0
35
Honda
SP
Japão
Indústria
15.859,3
36
Claro
RJ
México
Serviços
15.789,2
37
CPFL Energia
SP
Brasil
Serviços
15.693,1
38
Usiminas
MG
Br/JP
Indústria
14.829,7
39
Embratel
SP
Mexico
Serviços
14.585,0
40
CSN
RJ
Brasil
Indústria
14.052,4
41
Souza Cruz
RJ
Inglaterra
Indústria
12.121,3
42
Unilever
SP
Holanda
Indústria
11.058,0
43
Embraer
SP
Brasil
Indústria
10.812,7
44
Lojas americanas
RJ
Brasil
Comércio
10.592,6
45
Neoenergia
RJ
Brasil
Serviços
10.383,2
46
TAM
SP
Brasil
Serviços
10.287,7
47
Mafrig
SP
Brasil
Indústria
10.279,2
48
Jareissat SP
SP
Brasil
Serviços
9.526,8
49
Port. Telecom
SP
Portugal
Serviços
8.966,8
50
Copel
PR
Brasil
Serviços
8.796,7
Fuente: Grandes Grupos – 200 maiores grupos com organograma de participações acionárias. Valor Econômico. Dez, 2010.