3 feb 2011

La crisis de la hegemonía occidental en el Oriente Medio

LQSomos. Emir Sader*. Enero de 2011.

 

La hegemonía del capitalismo en el mundo se sentó en la industrialización, que promovió su superioridad económica, con todos sus otros desarrollos - tecnológicos, culturales, políticos. Este proceso se apoya centralmente en el petróleo como fuente de energía, sin el cual Europa occidental - su núcleo original - pudiese contar con petróleo.

La hegemonía consolidada del Norte estilo americano del consumo del automóvil - la mercancía excelente del capitalismo norteamericano - puso de relieve el papel del consumo de petróleo. Aunque los EE.UU. había petróleo, el gasto excesivo ha causado que sus fuentes estén cada vez más a punto de agotarse, y la cantidad que siempre ha necesitado se suma a la de los países que dependen de las importaciones de petróleo.

Estaba  así escrito en el estilo de vida occidental, la dominación de los países árabes para tener petróleo a precios baratos. Este esquema se encontro con su primer gran obstáculo con el surgimiento de regímenes nacionalistas en los países clave en la región, como los problemas de Egipto e Irán cuando se reunieron en la crisis de 1973, que vinculó el aumento de los precios del petróleo con la reivindicación  de un estado palestino y la oposición de los gobiernos árabes en contra de Israel.

Antes de la crisis, los EE.UU. comenzó a operar en dos direcciones: a intensificar los conflictos que dividen el mundo árabe - como la guerra entre Irak e Irán - y buscar formas de lograr la presencia permanente de tropas de EE.UU. en la región - obtenidos a partir de la primera guerra de Irak.

El debilitamiento de los gobiernos árabes y su unidad interna fue acompañada por la cooptación del gobierno de Egipto - después de la muerte de Nasser, Sadat primero (el primero para normalizar las relaciones con Israel) y luego con Mubarak, que hizo con él, el país aliado clave EE.UU. en el mundo árabe, recibiendo la ayuda militar de Washington, la segunda mayor del mundo, detrás de Israel.

La diversificación de las fuentes de energía - con la importación de gas de Rusia – alivia un poco la demanda de petróleo, pero incorpora la dependencia de un país que  no aparece como de confianza  para Europa. Más seguro es el control de la región política y militarmente por los EE.UU. como una garantía para Europa. Los países europeos no han participado en las guerras en Irak - excepto Gran Bretaña - pero la han financiado a cambio de los servicios que EE.UU. ofrecen.

La posible pérdida de Egipto como el eje del control político de la región sería muy grave para los EE.UU. -, además de la caída del dictador aliado en Túnez y otros desarrollos en los países con gobiernos similares en la región. Más allá de que puedan contribuir de manera decisiva a romper el aislamiento de Gaza, liberando la entrada a través de Egipto, hasta ahora bloqueada por los controles de Israel.

La impotencia de América del Norte frente a las formas tradicionales de intervención militar confirma el declive de la hegemonía de EE.UU., en este caso en una región y un país clave para su sistema de dominación. Es evidente que Obama ha abandonado la posibilidad de supervivencia de Mubarak, centrándose ahora en una transición que permite la cooptación de lo que podría sucederle. Es una pregunta abierta, que por lo menos muestra que la alternativa a los regímenes dictatoriales de la región no reside obligatoriamente en las fuerzas islámicas - el argumento utilizado en la lógica del mal menor en apoyo de estos dictadores.

Bajo un renovado nacionalismo cultural y árabe puede renacer  la articulación de una nueva unidad de gobiernos progresistas, anti-Estados Unidos y pro palestinos en favor de la región - la peor de las posibilidades de Washington -, pero muy posiblemente por la intervención espectacular de los pueblos de estos países.