24 sept 2011

La riqueza secreta de un banquero

LQSomos. De Landon Thomas Jr. y Rafael Minder*. Septiembre de 2011.

Publicamos la traducción de nuestro compañero Francisco Cabanillas para LQSomos, del artículo del pasado 20 de septiembre publicado en el New York Times sobre el “famoso” banquero Botín, un tipo de trabajo periodístico que no se da en el Estado español, él es uno de los “Intocables”.


Emilio Botín es un banquero español millonario conocido por ser muy eficaz. Le pide a su agente máximo del Santander —uno de los bancos europeos más grandes— que se llegue a su casa de vacaciones cada verano para que lo mantenga informado sobre los empréstitos. Al jefe de su fundación filantrópica le cuestiona, euro por euro, cada una de las donaciones.

Sin embargo, hay una no-muy-pequeña cuestión que el Sr. Botín no ha mantenido sobre el tapete: una cuenta suiza de banco abierta secretamente hace mucho tiempo por su padre que creció hasta tal magnitud que cuando las autoridades españolas descubrieron su existencia el año pasado, el Sr. Botín y otros miembros familiares pagaron 200 millones de euros (cerca de 273 millones actualmente) en impuestos para evitar cargos de evasión.

A petición de los inspectores de fraudes tributarios, una corte nacional española está investigando si el pago es suficiente, dada la cantidad acumulada en el exterior; expertos en cuestiones de tributos en España dicen que la cuenta puede llegar a mil millones de euros. La corte ha dicho también que los investigadores necesitan más tiempo para escudriñar la montaña de documentos que la familia sometió y que la corte considerará si se debe someter cargo criminal por documentación fraudulenta.

Un abogado de los Botín, Jesús Remón, dijo que la familia estaba cooperando con la investigación y que “cumplía totalmente con sus obligaciones tributarias desde que presentaron voluntariamente sus documentos el año pasado.” El añadió que ningún miembro de la familia había sido acusado por nada fuera de orden.

Los problemas tributarios del Sr. Botín se dan según se intensifica el debate en torno a si los gobiernos en crisis deben demandar más impuestos de los ricos. El lunes, el presidente Obama propuso el fin de la exoneración de impuestos para los contribuyentes más ricos en los Estados Unidos.

El viernes pasado, el gobierno español reintrodujo un impuesto a la riqueza que había abolido hacía tres años, con la esperanza de recaudar aproximadamente 1,08 mil millones de euros de los contribuyentes con más de 700,000 euros declarados en activos. Los más ricos de España no han endosado públicamente el alza de impuestos, y el Sr. Botín le dijo a los reporteros el viernes que “me parece una mala idea reintroducir” el impuesto a la riqueza.

Más que en otros países europeos, donde los banqueros son mayormente figuras anónimas, el Sr. Botín tiene presencia en España. Aunque evita los eventos sociales y sus pronunciamientos públicos son pocos, su influencia es sustanciosa. Y él ha sido capaz de retener el control de Santander a pesar de que su familia controla el 2% de sus acciones.

Ni la judicatura ni la familia ha provisto detalles respecto de cuánto dinero había en la cuenta suiza o cuánto creció la cuenta con el tiempo. Tampoco el Sr. Remón, abogado, comenta si el Sr. Botín estaba al tanto de la cuenta.

Lo que se sabe es que el padre del Sr. Botín, llamado también Emilio, partió de España con una parte de su riqueza en 1936, después del comienzo de la Guerra Civil Española, temeroso, como tantos otros españoles, de lo que estaba por acontecer.

El viejo Sr. Botín pasó unos cuantos meses en Londres antes de mudarse a Basilea, Suiza, hasta que con el tiempo regresó a España para continuar su liderato en el banco que había dirigido desde 1933. Su regreso a España no coincidió con el retorno del dinero que había sacado del país. El viejo Botín murió en 1993. El año pasado, el gobierno de Francia le pasó a España información que había obtenido de Hervé Falciani, antiguo empleado en la subsidiaria suiza HSBC, en la que se nombraba a casi 600 españoles que tenían cuentas de banco secretas. Entre éstas había una que pertenecía al patrimonio del padre del Sr. Botín.

En su resumen de apertura, el juez encargado del caso, Fernando Andreu, subrayó “la complejidad de las estructuras hereditarias” de los fondos de inversión, fundaciones y otras compañías diseñadas para supervisar la cuenta. A lo más cercano que llegó en cuanto a explicar lo que había en la cuenta fue a decir que incluía también un 12% en la participación en Bankinter, un banco mediano en el cual Jaime Botín, hermano de Emilio, es accionista central. Esa participación, al valor actual de la bolsa de valores, valdría alrededor de 310 millones de dólares.

Representantes de la familia Botín han dicho que la familia ha pagado voluntariamente lo que debe y que el Sr. Botín espera que el gobierno esté de acuerdo y que cierre el caso. Parece bastante posible que el Sr. Botín y su familia sean exonerados de cualquier culpa, lo que no sorprendería a los críticos más feroces del patriarca banquero.

“Santander no es sólo muy grande para fracasar sino que es también la mejor imagen de marca corporativa que tiene España —así que nadie en el gobierno, en la judicatura o en cualquier otro lugar va a cuestionar seriamente lo que hace,” dijo Antonio Panea, abogado y accionista impertinente que ha demandado infructuosamente la institución en una docena de casos.

Todo lo cual carece de sentido, según argumentan los defensores del Sr. Botín.

“Estoy convencido que los Botín no están motivados por el dinero, sino por el amor a la banca,” dijo Mauro F. Guillén, profesor de mercadeo  en la Escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania y autor de un libro sobre el ascenso a la prominencia de Santander. “Si estuvieran motivados por maximizar su riqueza, habrían diversificado en otras inversiones independientes de Santander.”

Luis Arenzana, gerente de cartera de inversiones en Madrid que trabajó en Santander como banquero de inversiones a principios de 1990, dijo: “Algo de lo que Santander ha hecho fue fronterizamente “alegal” en vez de ilegal. Sin embargo, ser investigado ocasionalmente por posible mala conducta es lo normal en el caso de cualquier banco grande —cualquiera que triunfa en España es siempre sospechoso de delincuencia.”

Y un éxito ha sido.

Después de suceder a su padre en el banco en 1986, el Sr. Botín sorprendió a los rivales domésticos al subir el interés que pagaba en calidad de depósitos, incrementando dramáticamente la participación en el mercado de lo que había sido un banco del montón con presencia internacional mínima.

Luego, tras una avalancha de tratados comerciales, el Sr. Botín se movió de una adquisición a otra. Además de en España, Santander goza ahora de una presencia banquera dominante en Brasil y Gran Bretaña, así como de una presencia creciente en los Estados Unidos mediante su participación mayoritaria en el Sovering Bank, basado en Boston.

Esta habilidad de fusionarse y crecer hizo de Santander la envidia de los bancos por todo el mundo. Uno de sus competidores, Barclays, llegó hasta el punto de contratar a la firma MacKinsey para que estudiara cómo lo hacía el banco, según una persona con conocimiento del proyecto de consultoría.

Ahora, en vez de celebrar su extraordinaria hazaña de transformar un banco regional en un coloso financiero global, el patriarca millonario enfrenta una serie de retos que pueden incluso poner en peligro más de un siglo de control familiar del banco.

En muchos sentidos, la crisis financiera ha causado los mayores daños: las acciones de Santander, una vez altísimas, han bajado un 40% durante el año pasado. Y mientas que el grueso de las ganancias del banco vienen de América Latina y Gran Bretaña, 35% de sus préstamos son vulnerables ante el asolador desempleo en España y la situación del rescatado Portugal.

Los más importantes diarios de España han dejado los problemas tributarios del Sr. Botín mayormente intocados tras la ráfaga de historias que se desató en junio, cuando se anunció la investigación criminal.

En gran medida ello se dabe a la popular presunción de que nada pasará con el caso. Pero algunos periodistas españoles reconocen que no han estado investigando con el dinamismo que se requiere.

“Santander gasta masivamente en anuncios publicitarios y ello influencia el trato que recibe de la prensa,” dijo  Salvador Arancibia, periodista empresarial en Madrid que ha cubierto Santander desde 1980 y que también ha sido empleado del banco. “Particularmente en un momento en el cual los medios de comunicación están en una situación financiera delicada.”

Uno de los pocos lugares en España en el que el Sr. Botín es criticado abiertamente es en la Puerta del Sol, plaza pública que desde mayo se ha convertido en hogar de las protestas contra el sistema en la España de los “indignados” o de los “enojados.” Más allá de las consignas y de los juegos de palabras desdeñosos del nombre de la familia (botín), una molestia más amplia estaba en juego.

“Botín es el símbolo del banquero poderoso,” dijo Luis De Miguel Sanz, un maestro de escuela. “Así que no puede esperar ser admirado cuando su dinero está bajo investigación.”

* Traducido por Francisco Cabanillas para LQSomos, publicación original de New York Times